Aire Puro




viernes, 2 de octubre de 2015

Función en El Mascaviento - Río Cuarto.


CRÍTICA:

29/09/2015 - TEATRO- “AIRE PURO EN EL VIENTO”

La vida a ras de suelo

La estética del teatro popular alimenta este texto magníficamente interpretado por Lautaro Lamas
“Un buen día me hice un vago. Así como lo oyen. No sé cuándo empezó pero aquí me tienen, tumbado a un costado del camino esperando que pase un camión y me lleve a cualquier parte”: esas palabras, con las que comienza “El último”, cuento de Haroldo Conti, resuena en un momento de “Aire puro en el viento”.
Poco después de que Dionisio Luna (ayer un linyera, hoy un “homeless”) haya emergido del súcubo a cielo abierto en el que despierta de su sueño de frío y de alcohol dormido entre harapos, la cita hace expresa una de las fuentes de inspiración del autor, Severo Callaci, que se manifiesta a través de un “tour de forcé” del actor Lautaro Lamas.
Si el texto hace una poética del desamparo, elevando a esa criatura apartada de los convencionalismos y en la soledad íntima más intensa, a una forma de la sabiduría; la interpretación, de registro expresionista, señala el aliento de desgarrada melancolía que le sobreviene en cada destello de la memoria.
Lautaro Lamas, con su interpretación de voz desgajada y cuerpo corroído, hace que Dionisio Luna se exponga y exponga desde el borde del delirio, los pasos que lo llevaron hasta allí: alegrías y desengaños se mezclan así en un brumoso discurso que es a la vez oscuro y tierno, desesperado y también luminoso.
Ese viaje en reversa desnuda, desandando el camino de Dionisio (un nombre no casual, elegido entre otros nombres de la mitología griega con el que sus padres nombraron a sus cuatro hermanos), la multiplicidad de razones que constituyen esa forma de marginalidad con un tono que confunde lo épico y lo elegíaco. 
Con base en las voces y las formas escénicas del teatro popular, la pieza reconstruye e invita a reconstruir, la historia dura y estremecedora de la pobre gente que mira el mundo a ras de suelo y, sin embargo, es capaz de una sabiduría inalcanzable para la comodidad sobona del hombre común. 
En ese sentido, “Aire puro en el viento” adhiere con sinceridad y haciendo uso de las armas teatrales más sencillas (un texto en el punto exacto de su criterio dramático y una actuación que consigo el registro exacto para representarlo) a la más pura concepción del teatro como un hecho estético revulsivo. Y lo hace magníficamente. 

Ricardo Sánchez

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